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Que lindo, que lindo poder ser libre, poder estar sentada en la computadora, poder tirarte en tu cama a cualquier hora, poder comer lo que quieras, poder tomar jugo, agua o gaseosa, estar con las personas que más queres, hacer lo que te gusta, etcétera.
Estoy contenta, muy contenta de tener el alta, de poder estar en mi casa, de poder volver a mi vida normal, de tener proyectos en mi mente, de querer cambiar, pero de querer cambiar todo. Un mes y una semana ahí adentro con permisos de salida como de visita, quien iba a decir que iba a terminar en eso? Ni yo lo creía después de escucharlo tanto. Pero aunque lo crea, los pasé y los superé. Conocí mucha gente, y me llevo amistades.
Hay personas que creen que al salir de un lugar así, todo termina, que las personas con las que convivías ahí adentro ya no las ves más y eso, pero se equivocan. Yo logré hacer una amistad muy fuerte con una persona, a la cual voy a recordar todos los días porque me ayudó siempre y más que nada me soportó, pienso volver a reencontrarme con algunos.
Por otro lado, fue como fuerte dejar el lugar después del tiempo que llevé ahí. Sin dudas, voy a extrañar algunas mañanas como muchas tardes y más que nada las noches.
Me llevo mil frases, mil imágenes, mil abrazos, mil recuerdos... y más que nada me llevo el pensamiento mio de como uno puede cambiar, de que a pesar de mi negación en un principio por no querer ir, y decir no, no y no; terminé accediendo y hoy me alegro de haber aceptado y estar como estoy: Bien. Puedo afirmar que mi forma de ser cambió, que soy otra persona, que mis pensamientos no son lo mismo.
Guayaquil, te voy a tener presente siempre.
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